A sus 16 años, Leandro Olima ya cumplió uno de sus primeros sueños: ser convocado por Atlético Tucumán para un partido de Primera división. Antes de emprender viaje a Santa Fe, compartió emocionado una tarde con amigos y la familia. Recorriendo el potrero en el que hace ya varios años empezó a hacer los primeros jueguitos con la número 5.

Sin perder la humildad y timidez que caracteriza a toda su familia, Olima recibió a LA GACETA en el corazón de Horco Molle. “Yo hace ocho años que estoy en Atlético. Empecé en la escuelita, soy hincha de Atlético y siempre quise tener esta oportunidad, pero no pensaba que se iba a dar tan rápido”, expresó, con humildad.

El joven, quien recientemente se mudó a la pensión del club para facilitar su rutina de entrenamiento, valora la oportunidad de vivir de lunes a viernes en el estadio y regresar recién los fines de semana a su casa en Horco Molle. “Antes iba y venía todos los días en moto, y a los profes no les gustaba mucho eso por el peligro”, comentó con seriedad. “Lo hablé con Martín Anastacio, coordinador de Inferiores y me hicieron un lugar en la pensión. Ahora a la moto ni la toco”, confesó.

El cambio de entrenar con juveniles a compartir prácticas con Reserva desde hace unos meses, y ahora con la Primera división es una experiencia emocionante para Leandro, que todavía no logró asimilar lo que significa estar en la cancha con jugadores que hasta hace poco veía desde la tribuna. “Es muy bueno, ellos me felicitaron cuando me presenté. Mi mamá (Carolina Salinas) y mi papá (Ricardo Olima) se emocionaron mucho. Siempre me decían que iba a llegar el momento, y al fin se dio”, le dijo a LA GACETA, recordando estas horas que para toda la familia fue muy movilizante.

Leandro es un jugador versátil, así lo manifestaron Diego Barrado (entrenador de la Reserva) y Sergio Pereyra (lo tuvo en Octava y Séptima división). Aunque le gusta desempeñarse como enganche, está dispuesto a adaptarse a cualquier posición en el campo. “Juego donde me pongan. El profe Pereyra fue el que me mandó más adelante”, explicó. Al preguntarle sobre sus referentes, mencionó a Adrián Sánchez, un jugador a quien observa de cerca. “Me gusta cómo juega y cómo habla en la cancha”, afirmó, con admiración en su voz. Pese a esa admiración, reconoce que no se lo dijo personalmente, más allá de haber compartido varios entrenamientos.

Rodri, el jugador al que Leandro Olima quiere imitar

Otro de los futbolistas que Leandro observa mucho es Rodri, que hace unas semanas se quedó con el Balón de Oro. “Me gusta su estilo, la pegada que tiene. Tiene más que merecido ese premio”, expresó.

A corto y largo plazo tiene tres objetivos muy definidos. Uno es debutar con la camiseta de Atlético, el segundo emigrar a un club de los denominados grandes y el tercero comprarles una casa a sus padres, sin dudas el motor que impulsa diariamente. “Quiero darle una casa a ellos. Se lo merecen por todo lo que me apoyan y me ofrecen. Se que para eso tengo que seguir trabajando. Pero confío en que se va a dar, porque depende de mí. Quiero jugar mucho tiempo en Atlético y después en River”, confesó.

Su familia es su mayor apoyo en cada paso de su carrera, y aunque ninguno de sus familiares jugó al fútbol, Leandro asegura que la pelota siempre lo llamó. “No sé cómo empecé porque en mi familia nadie me decía que lo haga, pero desde que me acuerdo, ya estaba con una pelota”, dijo entre risas.

Mientras comienza su camino en el fútbol profesional, Leandro mantiene los pies sobre la tierra. Va a la escuela de Comercio en Yerba Buena y destaca que su materia favorita es Lengua, aunque admite que no le gusta leer en voz alta porque se pone nervioso. Aprovechó la charla con LA GACETA para dejar en claro que, más allá de los nervios y las ansias de debutar, está enfocado en entrenar y trabajar duro para cumplir su sueño. “Viajo con la expectativa de  jugar. Si el técnico me pone, voy a estar listo. Mi meta es mantenerme en el plantel y algún día ser titular, pero ahora tengo la confianza de que puedo jugar”, concluyó.